Mención en un blog medio de rebote...





Pasas toda la mañana escuchando una entrevista que Fernando de Trápaga le hace a Luis Alberto Spinetta, donde habla la mayor parte del tiempo sobre la publicación del que en ese entonces iba a ser su siguiente trabajo "Un mañana". Ahora es un disco publicado y que vale la pena escuchar. Pero antes de eso me quedo con las palabras impresionantes de un tipo que no se la cree, que ha hecho los mejores discos del rock en español, los mejores temas ("Cantata de los puentes amarillos" se acerca al punto más elevado del Olimpo de lo que puede ser una composición).

Muchos lo han catalogado de genio, de poeta, de esa otra parte que con Charly García forma la mancuerna del rock argentino... no sé, vaya usted a precisar lo que quiera. Para mí el punto, luego de escucharlo por casi 3 horas en las que tuvo brillantes precisiones sobre la música rock, su lírica, la piratería (la precisión importante sobre lo que para él es el inicio del problema, al menos en Argentina: compilados de mierda, lanzados por discográficas sin el permiso de los artistas) radica en estar en la presencia (sonora) de alguien que concibe a su obra como una manifestación de un arte total, de una poética. Instrumentos y géneros tomados como pinceles o colores, tonos, materiales. Es exactamente lo mismo para él y eso me remite a la experiencia estética de cualquier manifestación.

Yo, que adoro la música, no puedo sino convenir en verla como una obra de arte.



Ya son 22 discos de solistas y otros tanto de sus grupos (entre esos Almendra, Pescado Rabioso, Invisible y Spinetta Jade... Los socios del desierto, también). Un libro de poesía ("Guitarras negras") y más de 400 canciones compuestas,
Spinetta hablo sobre el acto de escritura y composición, un ejercicio de certeza del que saber crear y sabe que quiere crear: "Lo que nos desgarra provoca todas esas emanaciones en nosotros, tanto sea por su belleza, por su felicidad, como por su dramatismo, por su 'fin del mundo', digamos. Es evidente que muchas de esas cosas pueden teñir la escritura (...) No es necesario estar en un estado extremo (para escribir), hay que estar en un estado de lápiz y papel, de entrar a escribir y saber de lo que querés escribir (...) Escribo porque escribo, en cuanto a la habitualidad de escribir (...) ¿A qué llamamos escribir? ¿Solamente a escribir para algo trascendente? Ese es uno de los dilemas que estamos enfrentando: ver lo trascendente e intrascedente de la misma manera. Esa es nuestra necesadidad: verlo de la misma manera. Le empzamos a aplicar trascendencia a esas cosas que por ahí no la tienen, en el fondo. Es como emitir billetes sin respaldo de lingotes. No es conveniente, política y literariamente hablando, no es conveniente ese procedimiento. Lo ideal es sentir que uno está convencido de cada cosa que está poniendo. Aunque sea la patraña más grande del universo, tiene que estar convencido. Se necesita convencimiento, más que un estado extremo", comenta en la entrevista.

Crítico con su canto (en su época de Pescado Rabioso), claro al decir que no está obligado a entender sus letras (sobre todo las antiguas), cuidadoso o con un criterio para los arreglos de su música, con muchas cosas:
"Si trabajo mucho sobre lo mismo, me aburro", sentencia.



Escucho y encuentro la misma dinámica. Al final la impresionante certeza de que un genio creador asume su labor desde el mismo hecho de la elaboración. El resto resulta ser una mierda que a veces no importa.


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